domingo, 27 de junio de 2010

Un Año en Nunca Jamás

Era martes, hace justo un año y dos días. Recuerdo que estaba yo viendo (y puede que lloviendo) el debate de Madrid Opina, cuando Buruaga interrumpió a los tertulianos para transmitir una noticia de última hora: "Nos comunican que Michael Jackson ha fallecido".

Eran las 23:53 de la noche en la vieja ciudad de La Villa y Corte, cuando el reloj del Rey se paró y su fantasma musical quedó plasmado en nuestra memoria para siempre, como un insecto atrapado en ámbar. Michael había llevado su último moonwalk a la eternidad de las estrellas, dejándose dos, con las prisas, en el paseo de la fama de Hollywood.


Víctima de su propia genialidad y excentricidad incomprendida, fruto de una infancia arrebatada, fue la carne de cañón más suculenta para los buitres amarillos del lucroperiodismo. El blanco perfecto, nunca mejor dicho, de padres sin escrúpulos capaces de conminar a un niño, a un adolescente (sus propios hijos), a mentir ante jueces y periodistas miserables para exprimir los bolsillos de un bicho raro y débil que creía vivir en el País de Nunca Jamás, porque el mundo real le venía demasiado grande.

Prefirió habitar un parque de atracciones imaginario rodeado de niños, porque nunca pudo respirar el oxígeno corrompido de los adultos. Fue la presa más fácil para una sociedad carroñera que no perdona a quienes labran su éxito con la madera del talento, y que recompensa a los mediocres, los trepas y los envidiosos, por ser los únicos con quienes se siente identificada. Un Peter Pan que se inventó una Campanilla de propofol para huir de su habitación y volar por fin al Neverland con el que siempre soñó.



This is It, debieron de ser, probablemente, las últimas palabras que se le pasaron por la cabeza en esa última noche del 25 de junio, las mismas con las que quiso deslumbrar por última vez a sus Niños Perdidos, los millones de fans que sí creímos en él desde su primera canción, esos por los que sí mereció la pena bailar como los ángeles.

Mientras los buitres que persiguieron su muerte se han llevado a la boca (y siguen llevándose) los millones de dólares que tanto ansiaban, los demás podemos considerarnos los auténticos herederos de la fortuna más valiosa de Michael Jackson, el único patrimonio con el que demostró al mundo ser realmente Invencible: su música.




3 comentarios:

  1. Un artículo de leyenda, enhorabuena por la elocuente prosa con la que has homenajeado al artista más inmortal.

    Si por algo destacó Michael Jackson además de por su descomunal talento, fue por demostrarnos a todos que el peso del mundo nunca consigue aplastar el espíritu de los que realmente saben soñar.

    Pudo perder la batalla en los tribunales (o llegar a un settlement desfavorable, que es lo mismo) pero se ganó el corazón de millones de personas, que tarde o temprano (más bien tarde por desgracia) terminaron por rendirse ante la magnitud de su obra.

    Algo me dice que pese a todo, Michael encontró la forma de ser feliz entre los 'buitres', y que sin ellos a su alrededor, ahora nada le impedirá vivir para siempre como el niño que siempre fue.

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  2. BRAVO, JODER.

    Mira lo que ha conseguido, que dos desalmados internautas muestren su lado bueno! jajaja

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