Los Paseos de DiCaprio II: Leo Vuelve a las Andadas

Sabía que no tardaría en reincidir. Gracias a los efectos oníricos de su "Incepción", Leo DiCaprio sigue viajando por todo mundo sin perder el buen humor. Y esta vez, le hemos pillado en una nueva tanda de situaciones aún más insospechadas que las de la semana pasada. Vamos, que sigue estando más feliz que un regaliz, sin importarle una pizca lo que pase a su alrededor.



Empezamos con una aterradora escena de la película 28 Semanas Después, en la que nuestro equipo de analistas baraja dos opciones: o bien Leo no es consciente de lo que tiene a sus espaldas, o Robert Carlyle no huye de los zombis, sino de ÉL. Apuesto por la segunda.



Aquí le vemos disfrutando de una tremenda inundación ante la atónita mirada de una víctima que se acaba de quedar sin casa. Este tío se contenta con nada, desde luego. Con un simple remo y un cocodrilo, Dicky improvisó una sencilla embarcación al más puro estilo gondolero. ¿Quién quiere ir a Venecia habiendo tsunamis en países más baratos?



Como vemos, también se atrevió a plantarle cara al mismísimo Ejército Popular de Liberación en la célebre Plaza de Tian'anmen. Una foto histórica cargada de significado y emotividad, que cobra una nueva dimensión ante la actitud festiva de DiCarpio, llegando a rozar el animus iocandi. ¡Si hasta parece el líder de la marcha! Eso, o tampoco se ha pispao de lo que hay detrás.



En esta foto consideramos que se ha pasado. En otro acontecimiento de enorme dramatismo, el protagonista de Titanic se paseó delante de la pequeña Phan Thi Kim Phuc y otros niños, mientras huían del bombardeo con napalm al que fue sometido el sur de Vietnam, allá por 1972. Lo que más sorprende es, sin en cambio, la resistencia ignífuga del traje de DiCaprio. Fijo que viste de Emidio Tucci, como Ramón de Pitis.



Y para terminar, como no podía ser de otra forma, le vemos protagonizando la versión 'Flower Power' de su último cartel cinematográfico. La verdad es que queda mucho mejor que el original, aunque más que Deception, yo lo habría titulado Satisfaction. Sólo hay que ver la cara de alegría que gasta mi niño. ¡Ay, qué bien que se lo pasa él!

Después de toda esta acción, ¿aún le quedarán ganas de marcarse más paseos surrealistas? Mi cabeza dice no, pero mi corazón... grita sí. En unos días veremos si la célebre frase "El corazón tiene razones que la razón no entiende" se cumple una vez más.