Que El Ritmo No Pare

Los telespectadores que vibraron desde sus hogares con la final de ¡Más Que Baile! (Telecinco) merecen todo mi desprecio, y es que resulta decepcionante cuando la audiencia responde bien ante un programa amañado como éste, que perdió todo su atractivo desde el mismo momento en que Helen Lindes y Edurne fueron eliminadas.

A los que se quedaron con mal sabor de boca les hemos preparado una sorpresa. ¡Mirad quién baila! Un pequeño y autoritario pater familias balcánico, que dejándose llevar por los ritmos folclóricos otomanos no pierde ocasión de practicar una de las más antiguas tradiciones que caracterizan a su civilización: darle caña a la parienta.




¿Pero a qué se debe tamaño brote de cólera? Algunos podrán argüir que fue en defensa propia, o que medió provocación por parte de la mujer, pero en la Choza hemos creído identificar con precisión el origen del conflicto: el marido cae en la cuenta de que su mujer lleva el mismo vestido que el de otra invitada (minuto 0:11). No hay más que imaginarse lo ridículo que uno debe sentirse cuando se da cuenta de que su mujer viste igual que las demás porque no se ha molestado en ir a comprar un vestido elegante a algún sitio que no sea el Zara de la esquina.

Lo mejor de todo es que el inexplicable episodio de violencia es capaz de eclipsar una serie de detalles. Por si no os habéis fijado, el pequeño maltratador baila de puta madre, al igual que su mujer. ¿Quién puede negarlo? El que lleva el ritmo es él, como es lógico, pero su esposa sigue sus frenéticos pasos con gran habilidad, lo que nos lleva a sospechar que para llegar a formar una pareja de baile tan bien acoplada han hecho falta interminables jornadas de instrucción a golpe de cinturón.




Como seguro que tampoco os habréis fijado en la rubia del fondo, uno de esos bombones yugoslavos que todavía campan por la vieja ex República, y que cualquier hijo de vecino se cepillaría antes de que empezara a cortar el pastel (duele verla bailar tan mal acompañada).

Con todo, resulta dantesco y desternillante a la vez el intento del "machista con mucha marcha" de seguir bailando después del severo correctivo que le aplica a su señora esposa. Y es que ya lo vaticinaba el bueno del Coronel Frank Slade en Esencia de Mujer : "El tango no es como en la vida. Si uno se equivoca o se enreda, sigue bailando."